A decir verdad, el período que va entre más o menos los años 1000 y 1600 d.C. es poco conocido en cuanto al desarrollo de la música se refiere, pero no por eso menos prolífico. La cantidad de compositores y de manifestaciones musicales que hubo durante ese período con seguridad fue abrumadora, pero debemos recordar que estamos en una época en la cuál la escritura era privilegio de unos pocos, casi siempre asociados con la Iglesia o con altos círculos aristocráticos. Gran parte de las obras musicales fueron espectáculos públicos al estilo circense que seguían apenas un guion establecido, pero se basaban principalmente en la improvisación, y aquellas que sí fueron transcritas, o incluso compuestas, ya fueron profundamente estilizadas, perdiendo así lo espontáneo, y hasta los burdo, de un espectáculo callejero popular. No obstante, mucha de la producción cultural de la Edad Media se ocupó de narrar los grandes acontecimientos históricos, como las Cruzadas, y las artes en general se nutrieron de una cantidad de influencias muy variadas. El sincretismo del Medioevo fue amplio, y pocas épocas en la historia han visto la confluencia de tantas manifestaciones.
Un encuadre de la Edad Media
Aunque ya hablamos de algunas expresiones musicales que surgieron alrededor del primer milenio de nuestra era, es vital detenernos un momento y conocer las situaciones políticas que sucedieron durante la Edad Media para comprender el desarrollo posterior de toda la Humanidad, incluyendo desde luego, las artes y la música.
Hacia el año 476 d.C. sucedió la caída del Imperio Romano de Occidente, cuando las tribus germánicas destituyeron a Rómulo Augusto, el último emperador romano de Occidente. Entre las razones que se apuntan para este suceso, destaca que el ejército romano estaba en decadencia. Los gobernantes carecían de verdadera capacidad para liderar, el declive económico del imperio era notable, las luchas internas habían carcomido todo el tejido y la presión de los pueblos bárbaros era demasiada. Ante este panorama, Roma perdió poco a poco su autoridad y los territorios se fueron dividiendo en entidades políticas independientes.
Al suceder esto, los antiguos ciudadanos de Roma de pronto se encontraron ante una nueva estructura social, regida por la tenencia de tierras, y surgieron los estamentos: estratos sociales con un estilo de vida en común y una función social similar. Estas divisiones se marcaron según los criterios del feudalismo.
Feudalismo: una nueva dinámica social y económica de la Edad Media. Tomado de Wikipedia
El sistema feudal gira alrededor de toda una dinámica en torno a las tierras, que ahora son propiedad de personas, ya no del Estado, y a las personas que la trabajan, que ahora son siervos, ya no son esclavos; la tierra como medio de producción. La palabra “Feudo” proviene del latín y quiere decir “propiedad”. Las tierras eran divididas por un emperador o un rey, y era entregada a uno de sus vasallos, a cambio de que este le fuera leal y cumpliera con los deberes políticos y militares que se esperaban de él. Para aprovechar la tierra, y asegurar la producción de alimentos y materias primas, el vasallo contaba con siervos.
Esta nueva dinámica, como es de suponerse, dio mucho poder a ciertas personas, que antes estaba reservado para Roma o para la Iglesia Cristiana. Fue el inicio de la vida urbana y de la burguesía[1], e incluso algunos estudiosos trazan el nacimiento del Capitalismo, con su fuerte clase media, hasta esos años.
La aparición de las grandes ciudades-repúblicas, con su enorme poderío militar y económico, como Venecia, es también de esta época. Curiosamente, estas ciudades encerraban en sí una dicotomía: por un lado, eran una manifestación de la diversidad de influencias y culturas desde lugares tan remotos como China; y por el otro, todo giraba en torno a la incipiente religión cristiana. Hacia el año 1300, el Papado se vio obligado a alejarse de Roma y exiliarse en Francia. Los nobles tomaron entonces la responsabilidad de proteger las ciudades y fomentar el comercio. Habitualmente, les gustaba presentarse además como personajes sensibles, rodeándose de todo tipo de artistas en sus cortes, desde escultores hasta bailarines y músicos.
El arte, desde luego, reflejará todos eso cambios.
Las artes medievales
El desplazamiento del poder de la Iglesia Cristiana, o del Imperio Romano, a personas y zonas particulares, tuvo un gran impacto.
Las manifestaciones que anteriormente eran creadas como accesorio para celebraciones y alabanza a los dioses, o como adorno de construcciones monumentales, siempre supuso el anonimato del artista. Saber quién lo hizo nunca fue tan importante como la razón de porqué se hizo. De hecho, los artistas eran más bien considerados artesanos, y el arte (pintura, arquitectura, escultura, e incluso los manuscritos) tenían una naturaleza funcional: eran una ofrenda a Dios, una afirmación del poder político y económico, y un intermediario entre lo sobrenatural y lo humano. Eran una especie de “Evangelio para los Iletrados”.
El arte del Medioevo es una mezcla de estilos como ha habido pocas en la Historia Universal. Las grandes construcciones que son herencia de esa época, como la Catedral de Santa Sofía, en Turquía, y las monumentales catedrales góticas del centro de Europa, son una galería de manifestaciones de arte prerrománico, románico, gótico, islámico y bizantino, que no siempre armonizaban entre sí. De hecho, y como nota curiosa, la palabra “gótico” nació con toda una carga despectiva: el arte deseable y puro era el románico, con su influencia de la Grecia Antigua, y el arte gótico surgió del influjo de los godos, la cultura germánica que hizo caer al Imperio.
El desplazamiento de los centros de poder hizo también que los artistas empezaran a formar gremios, propiciando así una consciencia cada vez mayor de su importancia y profesionalizando sus quehaceres. De artesanos, los agremiados se convirtieron poco a poco en cultivadores de las bellas artes, reconocidos por su nombre y apellido, o al menos por el nombre de su lugar de origen. La burguesía, con su creciente poder económico y político, fue fundamental: los artistas podían comerciar con sus creaciones.
Hacia el final de la Edad Media, el arte pictórico alcanzó un nivel superior. La expresión de las emociones humanas tomó un lugar central, y los artistas se esforzaron por hacer representaciones más realistas. Ya no se idealizaba la relación Hombre – Dios; ahora lo importante era representar al Hombre en su dimensión. Como se mencionó anteriormente, el comercio de arte empezó a tener una gran fuerza. Esto a su vez significó que las obras de arte fueran más portátiles y duraderas (aunque, desde luego, siguieron existiendo las excepciones), y que surgieran técnicas como el grabado, que permite la reproducción casi ilimitada de la misma obra, o la pintura al óleo, ideal para pintar sobre telas y ya no sobre paredes. Junto con estas obras viajaron, desde luego, el nombre y la fama de sus creadores.
La música, como obra de arte y manifestación escrita, corrió con la misma suerte. La consciencia de los compositores de ser artistas valiosos, así como la posibilidad de escribir sus obras con recursos y métodos convencionales en varias partes, hizo que se empezaran a reconocer sus obras y sus capacidades. Algunos de los creadores siguieron estando asociados con las cortes o con la Iglesia, o con ambos al mismo tiempo, y así conocemos de ellos gracias a códices o registros de las instituciones a las que pertenecieron. Muchos fueron grandes maestros, y sentaron las bases para la música eclesiástica y secular de toda la época.
Características de la Polifonía Medieval
Si bien mucha de la música medieval se enmarca en los inicios del cristianismo, y su desarrollo se dio dentro de la Iglesia, hacia el año 1000 d.C. inició una etapa fundamental en la historia de la música occidental: la sistematización de la polifonía.
Hasta ese momento, mucha de la música que estaba escrita, utilizando la notación neumática, consistía únicamente de una melodía sin acompañamiento, y con una referencia rítmica muy rudimentaria. Es posible que para ese momento, las composiciones ya se cantaran en varias voces, tal vez de manera intuitiva, pero hasta el inicio del segundo milenio de nuestra era fue cuando comenzó a establecerse la teoría de este nuevo estilo.
El canto gregoriano fue la base para el desarrollo de la polifonía (del latín poli: muchos, y phonos: voz), porque a las melodías que ya existían se les añadieron melodías “complementarias”, e incluso se tomaron fragmentos de algunos de estos cantos para hacerles ciertos tipos de variaciones, de gran complejidad rítmica además. Este nuevo estilo de composición surgió en París, en la Escuela de Notre Dame y en otras, igualmente asociadas a la iglesia, y fue conocido como “organum”, palabra del latín que significa “conjunto de varias cosas” (en este caso: varias voces). Las sonoridades producidas por las voces de un organum son muy diferentes a las que conocemos en la música tradicional, tanto clásica como popular. La escritura polifónica de la música desde el siglo XVII, aproximadamente, hasta nuestros días, está basada en terceras, y la del organum está basada en cuartas y quintas. Para tener más claro que significa esto, veamos nuevamente el diagrama del piano:
Básicamente, las terceras se forman tocando una tecla blanca, se deja una tecla blanca libre, y se toca la tecla blanca siguiente, de manera simultánea. Por ejemplo, tocando las notas “Do” y “Mi” al mismo tiempo. Una cuarta se forma tocando una tecla blanca, se dejan dos teclas blancas libres y se toca la tecla blanca siguiente; y con la quinta se sigue el mismo proceso, pero se dejan tres teclas blancas libres. El uso de las sonoridades de cuartas y quintas, al ser intervalos más amplios, hace que la música suene abierta, como “hueca”, y menos melodiosa. Esto es muy claro en los finales de las frases musicales de las obras. A partir de esta primera manifestación polifónica se desarrollaron formas a tres y cuatro voces conforme pasaron los siglos, desarrollándose la técnica del contrapunto[2], que llegará a su máxima expresión en el siglo XVIII, con Johann Sebastian Bach.
El interés por crear composiciones con varias voces que suenan al mismo tiempo requirió de un sistema de notación rítmica más preciso. En el canto gregoriano, el ritmo era apenas sugerido y dependía en gran medida del texto que se entonara. Las variaciones melódicas que se desarrollaron a partir del siglo XI se basaron primordialmente en ritmos basados en tres notas y sus variaciones (agrupando dos notas para hacer una nota más larga), posiblemente inspirados en los patrones comunes en la música popular y en la influencia de las formas tradicionales de declamación de la tragedia griega.
La composición polifónica y las nuevas técnicas del contrapunto, así como los patrones rítmicos señalados, son las características más comunes en la música entre los años 1000 y 1350 d.C., aproximadamente. Los principales géneros musicales fueron el canto gregoriano, la misa polifónica (composiciones sobre las partes de la misa, utilizando las nuevas técnicas), así como las canciones seculares de los trovadores y juglares, y en menor medida las danzas instrumentales. Las formas de la música, esto es la manera en que pueden ordenarse las diferentes secciones de una composición, fueron muy influidas por las manifestaciones populares, sobre todo la forma estrófica de las canciones de los trovadores, y la forma francesa “rondeau” (una ronda que tiene una melodía recurrente). Las formas ternarias también fueron predominantes, y fueron adoptadas en el Kyrie de las misas polifónicas.
Figuras importantes y aportes
Entre los años 1100 y 1300 d.C., la población de las principales ciudades de Europa creció muchísimo, en parte gracias a la nueva dinámica comercial en torno a la incipiente burguesía. Mucha de la riqueza que fluyó a sitios como París y Milán se utilizó para construir grandes templos, que funcionaron no solo como lugares de oración sino también como auditorios. Tal fue el auge de estas construcciones, que el período entre los años 1150 y 1350 es conocido también como la “Edad de las Catedrales”. En esos años, los centros urbanos europeos vieron esas construcciones elevarse hacia el cielo, y muchas de ellas están construidas en el estilo gótico, con sus arcos de punto, las bóvedas elevadas y sus vitrales.
La arquitectura gótica empezó en Francia, y de ahí se extendió a otros sitios, y lo mismo sucedió con el desarrollo intelectual y artístico. París se convirtió en el centro universitario por excelencia, y muchos de los escolares que llegaban a esa ciudad también conocieron la música que se producía en la Catedral de Notre Dame, cuya construcción inicio alrededor de 1160.
Justamente en ese sitio, confluyeron dos teólogos muy importantes, que además fueron poetas y músicos: los maestros Leonino (aprox. 1169 – 1201) y Perotino (aprox. 1198 – 1236). Leonino escribió un gran libro de música religiosa, llamado el Magnus Liber Organi, en el que recoge ejemplos magistrales de este tipo de composición. Esos cantos estaban basados, como se mencionó anteriormente, en los cantos gregorianos, y se cantaban en las celebraciones solemnes de Notre Dame. Por su parte, Perotino hizo una revisión de la obra de Leonino y compuso muchas piezas originales adicionales.
Desde los inicios de la polifonía, los músicos eclesiásticos intentaron mejorar los cantos llanos (otro nombre para el canto gregoriano) al añadir una voz adicional, que se movía igual que la voz original, pero a una altura diferente (por ejemplo: si el canto original empezaba en la nota “Re”, la nueva voz podría hacerlo en la nota “La”). Lo novedoso de los organi de Leonino es que la voz adicional adquirió mayor independencia. Los movimientos de las voces ya no eran siempre iguales; ahora, la voz original servía como apoyo a una nueva melodía mucho más adornada, que se convirtió en el centro de atención. El espíritu artístico del compositor empezaba a liberarse de la rigidez de la iglesia.
Casi 100 años después del trabajo de Leonino y Perotino, apareció otro músico fundamental, ahora en la ciudad francesa de Reims. Guillaume de Machaut (1300? – 1377) fue un compositor prolífico. Las más de 150 obras de Machaut que aún existen dan fe de que probablemente fue el compositor más importante de su época, así como un poeta lírico y narrativo de gran calidad.
La Missa de Notre Dame (Misa para Nuestra Señora) es una de sus obras más conocidas. Es innovadora por su duración y por la forma en que Machaut puso música a los textos usuales de la misa, el servicio católico por excelencia. Antes de Machaut, los compositores solamente escribían música polifónica para una o dos partes de la misa. Machaut, por su parte, le puso música a las cinco partes del Ordinario de la Misa (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei), y les dio unidad colocando una idea musical en común, una escala descendente, en cada uno de los movimientos. Aunque no fue algo bien recibido en su tiempo, la costumbre de poner música al Ordinario de la Misa llego a converstirse en algo común, y algunos de los grandes compositores que conocemos, como Mozart, Beethoven, Stravinsky, e incluso Leonard Bernstein, nos dejaron sus versiones musicales de la Misa.
El Kyrie de la Misa de Machaut es un fino ejemplo de su estilo. La composición es una petición en tres partes, basada en una melodía de canto gregoriano, y con una polifonía de cuatro voces, dos por encima del canto original y una por debajo. Al ser el canto gregoriano la referencia que sostenía las demás voces, se le llamó Tenor, a la voz superior Superius, la voz intermedia se denominó Contratenor Altus, y a la voz por debajo del Tenor Contratenor Bassus. De ahí vienen las cuatro cuerdas vocales que conocemos en los coros modernos: Soprano, Alto, Tenor y Bajo. Las sonoridades del Kyrie son oscuras y disonantes, en parte porque es una composición para voces masculinas, únicamente, y también porque utiliza combinaciones de notas poco comunes, que más tarde fueron evitadas por los teóricos de la música y los compositores.
Poco a poco, las canciones de los trovadores llegaron al norte de Francia, y hacia el año 1300 comenzó una mezcla muy rica entre la tradición trovadoresca y la polifonía vocal proveniente de las catedrales. Nació así la chanson polifónica. Este tipo de composición es normalmente una canción de amor, en francés, para dos, tres o cuatro voces.
Trovadores alrededor de un noble. Muchos de ellos fueron también clérigos. Tomado de Wikipedia.
Machaut fue un compositor de música para la iglesia, que al mismo tiempo adoptó el estilo, el lirismo, y las formas de la música de los trovadores, y trabajó en algunas cortes de nobles poderosos, como el rey de Bohemia. No fue el único. Guillaume Dufay (1400? – 1474) y Gilles Binchois (1400? – 1460) fueron compositores y sacerdotes ordenados que se movían con igual naturalidad en los géneros eclesiásticos que en las formas populares, como la chanson. Por períodos, Binchois y Dufay trabajaron en la corte de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, para la cual compusieron también danzas instrumentales, algunas bastante extravagantes. Los instrumentos utilizados fueron de cuerda (como el laúd y la rebeca, antecesor del violín), viento (como chirimías y sacabuches, antecesores del oboe y del trombón modernos, respectivamente), y panderos y tambores. A juzgar por la naturaleza de estos instrumentos, la música posiblemente fue bastante brillante, incluso estridente.
Las chansons tienen una forma de rondeau – forma musical y textual con un refrán que se repite regularmente – con varias voces independientes. Algunas de estas voces, sobre todo las inferiores, podían ser tocadas por algún instrumento, como el laúd, y es posible que el ejecutante hiciera pequeñas variaciones para adornar la melodía. En cuanto a las piezas para danza, se usaron las mismas técnicas de composición que para la música vocal, y era común que los instrumentos más graves sostuvieran notas largas mientras las chirimías y otros instrumentos hacían líneas más movidas. Esto es similar a un cuarteto de jazz moderno, donde el bajo y el piano hacen las notas armónicas de referencia mientras otros instrumentos, como el saxofón y la trompeta, tocan las melodías principales.
Las sonoridades en esta música se empiezan a “suavizar”. Ya no está basada únicamente en intervalos de cuartas y quintas que producen sonoridades “huecas”, como en la música de Leonino y Perotino, sino que las construcciones de los sonidos simultáneos empiezan a fundamentarse intervalos de tercera. Poco a poco, vamos acercándonos a un estilo más cercano a la música que conocemos, que tomó fuerza durante el Renacimiento.
[1] La burguesía estaba compuesta por los habitantes de los «burgos» (las partes nuevas que surgían en las ciudades europeas). Los burgueses se caracterizaron por no ser señores feudales ni siervos; no pertenecían ni a los estamentos privilegiados (nobleza y clero), ni al campesinado. Sus funciones socioeconómicas eran las de mercaderes, artesanos (burguesía de los oficios) o ejercientes de las denominadas profesiones liberales.
[2] La palabra “contrapunto” proviene del latín “contra”: opuesto a; y “punctus”, en este caso una nota musical. La técnica de contrapunto dicta una serie de reglas para escoger las notas que pueden sonar de manera simultánea en un momento determinado, de manera que las sonoridades sean adecuadas.